ESPECIALISTA EN NEUROPSICOLOGÍA

La neuropsicología es una ciencia que estudia las relaciones entre el cerebro y la conducta, tanto en individuos sanos como con distintos tipos de afectaciones neurológicas.

Como especialista en este campo, realizo evaluaciones de las funciones cognitivas, así como de su repercusión afectiva y conductual, e intervengo sobre los déficit detectados a través de programas de estimulación y/o rehabilitación personalizados. Asimismo, ofrezco apoyo y orientación a los familiares de personas afectadas por un daño neurológico, ya sea adquirido, neurodegenerativo o consecuencia de una enfermedad (del desarrollo, física o mental). Se trata de una intervención integral, ya que abarca todas las dimensiones del individuo así como a su entorno familiar y social.

Servicios:

  • Evaluación neuropsicológica integral (funciones cognitivas, emociones y conductas) tras afecciones del SNC (ACV’s, traumatismos craneoencefálicos, infecciones, tumores cerebrales…)

  • Realización de informes neuropsicológicos con los resultados de la evaluación.

  • Diseño y desarrollo de programas individualizados de rehabilitación neuropsicológica para recuperar (restaurar o compensar) el funcionamiento cognitivo, físico y emocional, tras haber sufrido un daño en el sistema nervioso central.

  • Diseño personalizado e impartición de programas de estimulación cognitiva dirigidos a personas con trastornos neurodegenerativos (enfermedad de Alzheimer, enfermedad por cuerpos de Lewy, parkinson, etc..) con el objetivo de paliar el avance de la misma y mantener la autonomía y funcionalidad de la persona el mayor tiempo posible.

  • Asesoramiento y orientación a familiares y cuidadores de las personas afectadas por patologías neurodegenerativas o daños cerebrales adquiridos, de manera que puedan comprender, aceptar y adaptarse a la nueva situación, dotarles de pautas de manejo eficaces así como evitar complicaciones de salud derivadas de la posible sobrecarga ante la intensidad, frecuencia o duración de los cuidados.


DAÑO CEREBRAL ADQUIRIDO


Las enfermedades que afectan al sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) no se limitan al ámbito del envejecimiento y las demencias. Los accidentes cerebrovasculares (ACV), los traumatismos craneoencefálicos (TCE), las infecciones, los tumores cerebrales, etc.. también alteran el funcionamiento cognitivo, la personalidad, el estado de ánimo y la conducta; la repercusión es muy variada y depende de muchos factores como el tipo de lesión, su extensión, localización, etc..

Para evitar las secuelas o paliar su impacto en las actividades de la vida diaria de la persona, la rehabilitación neuropsicológica es una herramienta primordial y eficaz. Es importante diseñar un programa individualizado para cada caso, atendiendo no sólo a los déficits si no también a las funciones conservadas (no afectadas por la lesión), de manera que se pueda recuperar al máximo posible el nivel de funcionamiento previo al daño cerebral.

DETERIORO COGNITIVO Y DEMENCIAS


¿Has detectado algún comportamiento extraño en tu familiar? ¿Encuentras cosas en lugares inadecuados? ¿Se ha vuelto irritable o suspicaz? ¿Te acusa de robarle objetos? ¿Se viste con ropas inadecuadas dada la época del año? ¿Le cuesta expresarse cuando habla? ¿Repite varias veces lo mismo? Cuando le das una información, ¿luego no sólo no la recuerda si no que niega que se lo hayas dicho? ¿Está más triste o decaído, ha dejado de salir con sus amistades, tiende a permanecer más tiempo solo? ¿Ha descuidado su higiene y su apariencia personal? ¿Tiene “despistes” en casa (olvida apagar la cocina, cerrar un grifo, o como hacer una receta que “toda la vida” ha cocinado)? ¿Tiene problemas con las finanzas y el dinero, aunque lo niegue?

Si has observado alguno de estos signos en tu familiar seguramente, y tras el susto inicial, habrás pensado que son conductas normales, que ya está mayor y claro, su cabeza ya no funciona igual. Esta idea, tan difundida como falsa, tan común como peligrosa, enmascara y oculta una realidad que está empezando a manifestarse y que, en caso de confirmarse, evolucionará de forma progresiva, negativa y más acelerada si no se toman las medidas farmacológicas y neuropsicológicas adecuadas.

El diagnóstico definitivo de una enfermedad neurodegenerativa, a día de hoy, sólo es posible a partir de un estudio neuropatológico del tejido cerebral. Por fortuna, los profesionales contamos con herramientas para detectarlo a tiempo, como son la evaluación neuropsicológica y la experiencia clínica, que nos permite distinguir entre una persona sana, y otra con deterioro cognitivo o demencia.

El diagnóstico clínico precoz es fundamental. El tratamiento (farmacológico y de estimulación cognitiva) ha demostrado ser más eficaz en las fases iniciales de la enfermedad, se previene la aparición de los trastornos de conducta (que tanto limitan la vida del afectado y de sus familiares) y se posibilita mantener una vida autónoma (o con mínima supervisión o ayuda), retrasando así el ingreso en un centro especializado.

Lamentablemente, a día de hoy no existe cura para estas enfermedades, pero sí está en nuestra mano mantener la calidad de vida del afectado y de sus familiares, proporcionando la intervención adecuada en cada caso concreto.


FAMILIAS Y NEUROPSICOLOGÍA


Los diferentes tipos de enfermedades neurodegenerativas así como los daños cerebrales adquiridos conllevan una importante repercusión sobre los familiares y amigos del afectado. El impacto emocional es indiscutible, principalmente en la figura del cuidador principal quien, además, suele ver truncado en mayor o menor medida su proyecto vital (especialmente los cónyuges); a veces, también es necesario redefinir los roles en la pareja, o en la relación familiar, lo que no está exento de dificultades y tensiones.

A menudo, el entorno significativo no entiende los cambios cognitivos y emocionales que se han producido en su familiar o amigo, al principio se muestran confusos y, conforme pasa el tiempo, y éste no retorna a su nivel premórbido de funcionamiento, aparecen diferentes sentimientos: irritabilidad, cansancio, rabia o frustración son frecuentes, junto con la culpa posterior por el simple hecho de sentirlos. En otros casos, domina el cansancio y la indefensión, al no saber muy bien cómo actuar y enfrentarse una y otra vez a las mismas dificultades sin éxito.

Todo ello, da lugar a una situación de estrés que puede desencadenar otro tipo de trastornos (afectivos, psicofisiológicos, etc..).

Por tanto, ante un daño cerebral o neurodegenerativo es aconsejable solicitar ayuda profesional. La familia necesita comprender qué le está ocurriendo a su ser querido, así como aprender a manejar las complicaciones derivadas de la nueva situación. Además, los familiares tienen un importante papel como co-terapeutas en el proceso de rehabilitación del afectado.