¡ME ABURRO!
¡Pues cómprate un burro! Esta es la respuesta que me oía yo cuando atosigaba a mis padres porque no sabía que hacer. Pocas fueron las veces en que me dijeron cómo o con qué entretenerme. Al final, no me quedaba otra que buscarme yo la diversión. Y, contrariamente a lo que pueda parecer, no guardo malos recuerdos de aquellos momentos. Al fina... Seguir leyendo