Errores frecuentes y cómo subsanarlos

• No asumir la responsabilidad de nuestras propias emociones y culpar al otro por lo que hace o dice.


• Aferrarse al “yo soy así” como excusa para no cambiar nuestra forma de comportarnos.


• No escuchar a la pareja cuando necesita desahogarse, cortando su discurso con consejos que no nos ha pedido, por muy bienintencionados que éstos sean.


• En mi opinión, el peor de todos. Atacar a la pareja lo va a situar, directamente, en una postura defensiva que va a incrementar nuestro ataque, dando comienzo a una escala en la discusión que puede acabar siendo muy destructiva, además de no solucionar nada.


• Esperar que el otro haga las cosas por voluntad propia y porque realmente lo desea (las tareas de la casa incluidas!!!).

• Escuchar al orgullo antes que a nuestros deseos o sentimientos, de manera que esperamos a que sea el otro quien tome la iniciativa. Por ejemplo: si no me da un beso cuando llegue a casa yo tampoco se lo voy a dar; si no me dice de salir a cenar yo tampoco… ¿De qué nos sirve actuar así?


• Querer que el otro adivine nuestro pensamiento, con frases del tipo: “es que si me quiere ya debería saberlo”, “ya me conoce y sabe que necesito…”, expresadas con la más absoluta convicción; la realidad es que el otro miembro de la pareja tiene sus propias preocupaciones y necesidades, y estará encantado de atender las nuestras, pero no dispone de una bola de cristal para adivinarlas (por mucho que creamos que son evidentes).

• En lugar de culpar o criticar explicarle cómo nos hemos y pedirle lo que nos gustaría que hiciera. Si no está de acuerdo con nuestra propuesta, se abre una posibilidad de comunicación hasta encontrar una opción satisfactoria para ambos.


• Ciertamente, el carácter no cambia pero sí podemos cambiar nuestra forma de actuar. Nuestra pareja está enamorada de nosotros por cómo somos, pero eso no significa que todos nuestros comportamientos le resulten gratos. En terapia se negocian acuerdos que beneficien a ambos, sin “cambiar” a uno u otro.


• Escucha a tu pareja cuando necesite desahogarse, si quiere un consejo, ¡ya te lo pedirá! Aunque te resulte incomprensible, ¡a veces tan sólo necesita hablar!


• En lugar de echarle en cara lo que hace o no hace, ¿Por qué no decirle lo que nos gustaría? Esto dará pie a una conversación más constructiva y satisfactoria para ambos.


• Asume que habrá cosas que haga pero no porque así lo desee. Confórmate con que lo haga, es así de simple. Seguro que no va a querer fregar los platos cuando llega a casa por la noche después de estar fuera todo el día trabajando, ¿realmente es necesario que desee hacerlo o es suficiente con que cumpla con su tarea?